Mujeres Programadoras: un año después
“Qué puedo hacer como madre, padre, tía, tío, docente, adulto responsable” decía Caro en el Centro Cultural de la Ciencia cerrando el evento que organizamos junto a Chicas en Tecnología para compartir con la industria, por primera vez, números con alcance nacional sobre la brecha de género en tecnología.
Es increíble pero hoy se cumple un año de ese call to action, y eso me llevó a reflexionar sobre el impacto que tuvo en mí ese evento en el C3, y esas palabras del final.
Y así es que me puse a escribir sobre Clara; una de las dos maravillosas razones por las que llevo el título de tía.
Me acuerdo que el día del evento mi hermana y sus hijas no pudieron asistir personalmente, pero durante la noche, el tema tuvo lugar durante la cena en su casa. Cuando Clara, la menor de mis sobrinas, preguntó de qué trataba el “evento de la tía”, mi hermana hizo su mejor esfuerzo para explicarlo de la forma más entendible posible para una persona de, en ese momento, 7 años.
Y se ve que lo hizo muy bien porque inmediatamente la respuesta de Clara fue… “guauuuu, qué genial sería hacer mis propios juegos 3D”…
Todavía me acuerdo la emoción que sentí al leer el mensaje de mi hermana contándome ese diálogo.
Creo que terminó de caerme la ficha acerca del TREMENDO impacto que podía tener eso que presentamos, y a su vez, qué cerca tenemos la posibilidad de accionar para ser parte del cambio que soñamos.
Muchas conversaciones, libros, juegos, obras de teatro y dibujos de mujeres en la ciencia para colorear habían tenido lugar entre mis sobrinas y yo; pero hace algunos meses Clara empezó un proceso de descubrimiento totalmente nuevo: robótica para chicas y chicos.
Aquella frase sobre hacer sus propios juegos quedó resonando en mi cabeza y me puse a averiguar distintas actividades, hasta que llegué a este taller en Villa Crespo, con opción de cursada los sábados a la mañana: era genial!!!
Le pregunté a Clara si le interesaba probar y sin dudarlo me dijo que sí. Así fue como empezamos nuestro plan de sábados por la mañana.
La primera clase fue más que una “clase de prueba”, la confirmación que necesité para saber que le encantó la experiencia e iba a querer volver la semana siguiente.
Es imposible saber si seguirá enganchada poco o mucho tiempo más, ni qué otras cosas pueden despertar su interés a partir de esto. Pero lo que sí puedo compartirles (y con mucha emoción), es que entre Legos y sensores, hoy “la ciencia” cuenta en sus filas a una niña más que se asomó a descubrirla y elige disfrutarla.
Y es hermoso ver cómo esto puede multiplicarse. Clara le contó a sus amigas del colegio y ya hay al menos una nena más que tiene ganas de ir “a ver de qué se trata”.
No podemos elegir aquello que no conocemos, y no podemos (ni debemos) elegir por les niñes, pero tenemos absolutamente todo a nuestro alcance para elegir que conozcan todo (o lo más posible)